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DESEO, El cuenco mágico

  • elcolumpiohoy
  • 9 mar 2015
  • 3 Min. de lectura

DESEO

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EL CUENCO MÁGICO.



Un mendigo llamó a la puerta de un emperador a primera hora de la mañana. El emperador iba a salir a dar un paseo matutino en su precioso jardín; de no ser por ésta circunstancia hubiera sido difícil que el mendigo pudiera encontrarse con él. Pero en ese momento no había ningún guardián que lo impidiera.


El emperador dijo:

-¿Qué quieres?

-¡Piénsatelo dos veces antes de preguntar eso!, dijo el mendigo.


El emperador nunca había visto antes a un hombre tan fiero; había batallado en la guerra, había obtenido grandes victorias y había dejado claro que no había nada más poderoso que él, y de repente este mendigo le dice:


<<¡Piensa dos veces lo que dices porque puede que no seas capaz de realizar mi deseo!>>

El rey dijo: -No te preocupes, déjalo de mi cuenta; ¡pide lo que quieras y se realizará!

-Ves este cuenco de mendigar –dijo el mendigo-, -¡quiero que se llene! No me importa de qué, la única condición es que se llene, que esté lleno. Aún estás a tiempo de decir que no, pero si dices que sí, estás asumiendo un riesgo.


El emperador se puso a reír. Un cuenco de mendigar…¿y me estás dando una advertencia? Le dijo a su ayudante de cámara que llenase el cuenco de diamantes para que aquel mendigo se enterase de a quién le estaba pidiendo. El mendigo volvió a decirle:

-Piénsatelo dos veces.


Y pronto empezó a quedar claro que el mendigo tenía razón, porque el tiempo en que vertían los diamantes en el cuenco, desaparecían. Los rumores se extendieron por toda la capital y miles de personas se acercaron a observar lo que pasaba. Cuando las piedras preciosas se acabaron, el rey dijo: <<Traed todo el oro y la plata, ¡traedlo todo! Mi reino incluso mi integridad están amenazadas>>. Pero antes de llegar la noche había desaparecido todo, y sólo quedaban dos mendigos, y uno de ellos había sido emperador.


Entonces el emperador dijo:

-Antes de pedirte perdón por no escuchar tus avisos, por favor dime el secreto de este cuenco de mendigar.


-No hay ningún secreto –dijo el mendigo— . Lo he pulido de manera que parezca un cuenco, pero es una calavera humana. Todo lo que eches dentro de ella, desaparecerá.


La historia es tremendamente significativa. ¿Has pensado alguna vez en tu propio cuenco de mendigar? Todo desaparece –poder, prestigio, respetabilidad, riqueza--, todo desaparece y tu cuenco sigue con la boca abierta, pidiendo más. Y ese <<más>> te aleja del presente. El deseo, la añoranza de otra cosa te aleja de éste momento.

Sólo hay dos tipos de persona en el mundo: la mayoría de ellas corren detrás de sombras; sus cuencos de mendigar seguirán con ellas hasta que se vayan a la tumba. Y una pequeña minoría, uno entre un millón, que deja de correr, abandona todos los deseos y no pide nada; y de repente lo encuentra todo dentro de sí.


JUEGO DE LA TRANSFROMACIÓN DE OSHO

CARTA 44. DESEO.

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Cuando deseas algo, tu alegría depende de ese algo. Si te lo quitan, te sientes desgraciado; si te lo dan, te sientes feliz, pero sólo momentáneamente. Es pasajera porque una vez que tienes algo, la mente empieza a desear más, a desear otra cosa. La mente existe en el deseo; por eso nunca puede dejarte sin deseos. Si te quedas sin deseos, la mente muere instantáneamente. Éste es el gran secreto de la meditación.


EL COLUMPIO

elcolumpiohoy@gmail.com

@elcolumpiohoy




 
 
 

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